¿Podría el cobre ser el nuevo petróleo? Chile ante la transición energética
- Andrés Irarrázaval Domínguez
- 23 jul
- 10 Min. de lectura
En 2021, el banco de inversión Goldman Sachs declaró al cobre “el nuevo petróleo”, destacando su papel esencial en las tecnologías de energía limpia mining.comenernews.com. Dos años después, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó que la demanda de cobre aumentará más del 66% entre 2020 y 2040, a medida que el mundo se aleja del petróleo mining.comenernews.com. En efecto, mientras los países adoptan energías renovables y movilidad eléctrica para lograr metas de emisiones netas cero, el cobre está emergiendo como recurso estratégico fundamental.
Proyección de la demanda global de cobre y consumo de petróleo (1970-2040). La transición energética dispararía el consumo de cobre a ~39 millones de toneladas en 2040 (más de 66% sobre 2020), mientras el uso de petróleo caería drásticamente enernews.comenernews.com. Fuente: Visual Capitalist / FMI.
El cobre se ha convertido en pilar de la transición energética global. Este metal rojo es indispensable para una amplia gama de aplicaciones: desde la expansión de redes eléctricas y energías solar/eólica, hasta vehículos eléctricos (VE) y sistemas de almacenamiento mining.comenernews.com. Sus propiedades (excelente conductor, maleable y durable) lo hacen insustituible en infraestructuras limpias y también en construcción, electrónica y defensa mining.comenernews.com. Un ejemplo ilustrativo: un vehículo eléctrico estándar contiene entre 60 y 83 kg de cobre, alrededor de cuatro veces más que un automóvil de motor a combustión interna (15-20 kg) mining.comenernews.com. Por eso, a medida que aceleran la electromovilidad y las energías renovables, la demanda mundial de cobre podría crecer de 25,9 millones de toneladas en 2023 a 39,1 millones en 2040 bajo un escenario de emisiones netas cero mining.comenernews.com.
En contraste, el petróleo –antiguo protagonista energético– vería una disminución drástica en su consumo global. En el escenario de carbono neutral, se proyecta que el uso de petróleo caiga de ~102 millones de barriles diarios en 2023 a apenas 66 millones en 2040 mining.comenernews.com. Las políticas climáticas, la eficiencia energética y el auge de tecnologías limpias están frenando la demanda de crudo mining.comenernews.com. Esto sugiere un cambio de guardia: el “oro negro” cede protagonismo al “metal rojo”, cuyo brillo alimenta la nueva economía verde. Y en el centro de esta transformación se encuentra Chile, el mayor productor mundial de cobre, para quien este panorama representa a la vez una promesa y un desafío histórico.
¿Nueva dependencia extractiva? Riesgos de una “cobredependencia”
La posibilidad de que el cobre se convierta en “el nuevo petróleo” despierta entusiasmo, pero también alertas. Reemplazar una dependencia (de combustibles fósiles) por otra basada en extracción minera conlleva riesgos. Diversas voces advierten sobre un posible “pacto fáustico”: que al liberarnos del petróleo acabemos encadenados a los minerales críticos weforum.org. El temor es que surjan nuevas dependencias geopolíticas y económicas en torno a recursos como el cobre, reproduciendo viejas dinámicas de poder y vulnerabilidad. De hecho, China hoy controla gran parte del procesamiento global de minerales esenciales, y algunos alertan que podría usar esa influencia en su favor weforum.org. Asimismo, gobiernos que dependan excesivamente de rentas mineras podrían caer en la conocida “maldición de los recursos”, tal como ocurrió con el petróleo en varias naciones exportadoras weforum.org.
Otra preocupación es la seguridad de suministro. A diferencia del petróleo en el siglo XX, ampliar rápidamente la producción de cobre no es trivial. Este metal requiere desarrollar nuevas minas, a menudo con leyes de mineral más pobres y mayores costos. Expertos señalan que desde hace décadas es difícil aumentar la oferta de cobre al ritmo de la demanda, y que un auge súbito la tensionaría aún más weforum.org. Un desequilibrio sostenido podría traducirse en volatilidad de precios, escasez temporal e impactos en la estabilidad de la transición energética.
Para Chile, estos riesgos no son ajenos. Su propia historia económica demuestra los peligros de la “cobredependencia”: una parte enorme de sus exportaciones y presupuesto ha dependido del ciclo del cobre, exponiendo al país a los vaivenes del mercado internacional portalminero.com. Cuando los precios caen o la demanda externa se enfría, la economía chilena sufre desaceleraciones y menores ingresos fiscales portalminero.com. Hoy la lección es clara: no basta con celebrar la bonanza prevista del cobre; hay que gestionarla con visión estratégica para no reemplazar una adicción por otra. La lectura crítica de esta coyuntura invita, más que al pesimismo, a la acción responsable: diversificar, planificar e innovar para que el cobre sea un motor de desarrollo sostenible y no una nueva fuente de desequilibrios.
Chile ante el boom del cobre: ventajas, instituciones y desafíos
Chile se encuentra en una posición privilegiada en esta nueva era del cobre. El país andino posee la mayor riqueza cuprífera del planeta: cerca del 21% de las reservas de cobre conocidas del mundo se encuentran en suelo chileno gbreports.com. Chile ha sido por décadas el primer productor global, contribuyendo aproximadamente ¼ de la producción mundial de cobre cada año trade.gov. Gigantes de la minería operan en sus desiertos, incluyendo Escondida, la mina de cobre de mayor producción en el mundo. Esta abundancia geológica, sumada a décadas de know-how minero, ha hecho del cobre la columna vertebral de la economía chilena – representando alrededor de 10-15% del PIB y más de la mitad de sus exportaciones de bienes en los últimos años trade.govdoble-espacio.uchile.cl. En otras palabras, pocos países están tan bien posicionados como Chile para aprovechar la creciente demanda del “metal de la transición”.
En cuanto al marco institucional, Chile cuenta con una larga tradición de políticas mineras y estabilidad jurídica que han favorecido la inversión y desarrollo del sector. Existe una institucionalidad sólida –ministerios, reguladores, la estatal Codelco– y tratados comerciales que han integrado a Chile en los mercados globales. No obstante, el país atraviesa un proceso de cambios orientados a modernizar esta institucionalidad. La discusión de una nueva Constitución (aún en desarrollo) y recientes reformas –como la nueva Ley de Royalty Minero– reflejan la búsqueda de un equilibrio entre promover la minería y garantizar un reparto más justo de sus beneficios. La ley de royalty, por ejemplo, comenzará a regir en 2024 con el objetivo de recaudar alrededor de 0,45% del PIB adicional (unos US$1.350 millones anuales), destinando US$ 450 millones directamente a las regiones mineras del norte de Chile interior.gob.cl. Asimismo, crea fondos especiales para las comunas mineras (32 municipios donde se ubican yacimientos, fundiciones o relaves) y recursos para el desarrollo regional y la equidad territorial interior.gob.cl. Estas medidas apuntan a fortalecer la gobernanza del cobre, evitando la concentración de la riqueza en pocas manos y territorios.
Los desafíos ambientales y sociales son quizás el aspecto más delicado del nuevo boom cuprífero. La extracción de cobre es una actividad intensiva en recursos naturales y con impactos significativos. La CEPAL identifica cuatro áreas críticas que afectan la sostenibilidad del sector minero chileno: impactos ambientales, contaminación, salud ocupacional y tensiones sociales doble-espacio.uchile.cl. En el árido norte de Chile, por ejemplo, la escasez hídrica plantea límites a la expansión minera. Grandes faenas en Atacama y Antofagasta históricamente compitieron por agua con comunidades y ecosistemas frágiles. Hoy, frente a acuíferos sobreexplotados, la industria está recurriendo masivamente al uso de agua de mar desalinizada: en 2023, un 71% del agua utilizada por la minería del cobre provino del océano, un cambio radical (167% más que en 2021) para proteger las fuentes continentales doble-espacio.uchile.cl. Este esfuerzo alivia la presión hídrica, pero exige millonarias inversiones en plantas desalinizadoras y transporte de agua a gran altura.
En paralelo, la huella de carbono de la minería requiere atención. El sector minero-energético ha llegado a ser responsable de cerca del 20% de las emisiones de CO₂ de Chile doble-espacio.uchile.cl, debido principalmente al uso intensivo de combustibles fósiles en maquinaria, transporte y procesos metalúrgicos. Reducir estas emisiones es imperativo para que el cobre sea verdaderamente un aliado contra el cambio climático y no parte del problema. También persisten desafíos en la gestión de residuos y relaves (depósitos de desechos mineros), algunos de gran tamaño y riesgo ambiental, y en la protección de glaciares y biodiversidad en zonas de influencia minera.
En el plano social, Chile ha visto emerger cada vez con más fuerza la exigencia de una “licencia social para operar”. Comunidades locales –incluyendo pueblos originarios– demandan ser consultadas, recibir beneficios justos y que se respeten sus territorios y modos de vida antes de apoyar nuevos proyectos mineros. Episodios como la contaminación en Quintero-Puchuncaví, que llevaron al cierre de la fundición Ventanas de Codelco en 2022, o las protestas contra proyectos percibidos como amenaza ambiental, han puesto de relieve que sin sostenibilidad ambiental y participación comunitaria no hay futuro para la minería doble-espacio.uchile.cl. En resumen, Chile enfrenta el reto de satisfacer la voraz demanda global de cobre sin repetir errores del pasado: evitando devastar su medio ambiente ni profundizar brechas sociales.
Hacia un liderazgo chileno justo y sostenible
Para que Chile lidere esta transición y capitalice la “fiebre del cobre” de manera justa y sostenible, se proponen cinco líneas de acción concretas:
Innovación tecnológica verde: Invertir en nuevas tecnologías mineras que reduzcan la huella ambiental. Por ejemplo, continuar expandiendo el uso de energías renovables en las faenas (ya en 2023 alrededor del 63% de la electricidad minera en Chile provino de fuentes limpias trade.gov) y acelerar la adopción de camiones eléctricos o a hidrógeno verde en reemplazo de camiones diésel. Muchas compañías mineras en Chile ya se han certificado bajo estándares ISO de eficiencia energética para reemplazar combustibles fósiles por electricidad renovable doble-espacio.uchile.cl. Asimismo, fomentar la economía circular del cobre –reciclando cables, motores y chatarra electrónica– podría mitigar la presión extractiva a largo plazo. La innovación también incluye mejorar la recuperación de cobre en plantas concentradoras, utilizar inteligencia artificial para explorar y operar con menor impacto, y desarrollar métodos de minería subterránea avanzada que minimicen la perturbación superficial.
Diversificación económica y productiva: Aprovechar el auge del cobre para impulsar otras áreas de la economía, evitando una dependencia monocultural. Chile puede reinvertir parte de los ingresos mineros en sectores emergentes como la energía solar y eólica (donde el país tiene ventajas naturales), el hidrógeno verde, la industria tecnológica o la manufactura avanzada. La meta es que la riqueza del cobre siembre las bases de una economía más diversificada, capaz de generar empleos de calidad en distintas regiones y resistir mejor las fluctuaciones de los commodities. Un país menos atado al vaivén del cobre estará más preparado para el día en que la demanda se estabilice o surjan sustitutos. La diversificación también aplica dentro de la misma minería: Chile es rico en otros minerales clave (litio, cobalto, tierras raras) que, manejados con responsabilidad, pueden complementar al cobre en la era de la electrificación.
Más valor agregado nacional: Pasar de ser simplemente vendedores de materia prima a creadores de valor en la cadena del cobre. Chile históricamente exporta concentrado y cátodos de cobre, dejando que otros países fabriquen con él motores, cables, componentes eléctricos, etc. Es hora de subir peldaños en la cadena productiva: atraer y desarrollar industrias de manufactura que utilicen cobre chileno para producir bienes de mayor valor (alambres esmaltados, motores eléctricos, equipamiento de energías renovables, incluso partes de baterías o electrónica). Iniciativas público-privadas podrían impulsar clusters de fabricación de insumos para la electromovilidad y la infraestructura verde, aprovechando la disponibilidad local de cobre y energía limpia. Añadir valor localmente no solo diversifica exportaciones, sino que genera conocimiento, innovación y empleos especializados en el país. También implica modernizar nuestras fundiciones y refinerías con tecnología de punta para producir “cobre verde” chileno con baja huella de carbono, apreciado en mercados que valoran la sostenibilidad.
Fortalecimiento de la regulación ambiental: Asegurar que el desarrollo minero se haga bajo los más altos estándares ambientales. Esto requiere robustecer las evaluaciones de impacto ambiental, la fiscalización rigurosa de las operaciones y actualización de normas acorde a los desafíos actuales (cambio climático, protección de ecosistemas frágiles, etc.). Chile ha delineado en su Política Nacional Minera 2050 metas ambiciosas en este sentido –por ejemplo, reducir el uso de agua continental al 5% para 2040 y eliminar los relaves abandonados o críticos antes de 2030 doble-espacio.uchile.cl– y busca que al 2050 el 100% de la energía usada en minería sea renovable doble-espacio.uchile.cl. Cumplir estas metas exigirá voluntad política, inversión en tecnología y coordinación con las empresas. Asimismo, adoptar estándares internacionales como Copper Mark (certificación de minería responsable) ayudará a verificar de forma independiente el desempeño socioambiental doble-espacio.uchile.cl. Una regulación ambiental moderna dará certeza tanto a la ciudadanía como a los inversionistas, previniendo que la prisa por extraer cobre comprometa el patrimonio natural para las futuras generaciones.
Participación comunitaria y distribución equitativa: Situar a las personas y comunidades en el centro del nuevo ciclo minero. Esto implica profundizar mecanismos de participación ciudadana desde las etapas tempranas de los proyectos, con consultas transparentes y vinculantes especialmente para comunidades indígenas conforme al convenio 169 de la OIT. Las comunidades locales deben ser socias del desarrollo, recibiendo beneficios directos: empleo local, compras a proveedores locales, obras de infraestructura (agua, caminos, electricidad) y fondos para diversificar las economías locales. La reciente reforma al royalty minero va en esa línea, creando fondos que destinarán cientos de millones de dólares al año a las regiones y municipios mineros para proyectos de desarrollo productivo y social interior.gob.clinterior.gob.cl. Esto marcará un antes y después en la descentralización de los recursos del cobre. Adicionalmente, fomentar instancias de diálogo permanente entre empresas, autoridades y comunidades ayudará a anticipar y resolver conflictos, construyendo confianza. Un reparto más justo de la riqueza mineral –sumado a la protección de los derechos humanos y del entorno– garantizará que la transición energética tenga un rostro humano y sea percibida como oportunidad y no amenaza en las localidades mineras.
Conclusión: evitando una nueva “fiebre del cobre”
A medida que el mundo apuesta por el cobre para alimentar redes eléctricas y vehículos limpios, Chile se encuentra encrucijada única. El destino del país estará definido por cómo gestione esta oportunidad: puede convertirse en líder mundial de la minería sustentable, diversificando su economía y mejorando la calidad de vida de su gente, o podría caer en la trampa de una nueva fiebre del cobre insostenible, repitiendo los errores del pasado. La historia del petróleo y otros booms de recursos nos enseña que las bonanzas mal encauzadas dejan más problemas que beneficios. Hoy, Chile tiene la posibilidad y la responsabilidad de escribir un capítulo distinto.
El “metal rojo” brilla como la sangre vital de la economía verde, pero su brillo no debe cegarnos. Con planificación estratégica, diálogo y visión de futuro, el cobre puede ser la palanca de un desarrollo inclusivo y resiliente. Las decisiones que tomemos ahora –en política pública, en innovación, en cómo cuidamos nuestro entorno y empoderamos a nuestras comunidades– definirán si este nuevo auge será un puente hacia la sostenibilidad o solo un espejismo. Hagamos que la riqueza del cobre siente las bases de una nueva era de prosperidad compartida, evitando a toda costa una “nueva fiebre del cobre” descontrolada. El llamado es claro e inspirador: aprovechemos el cobre como recurso para iluminar un futuro mejor, y no como un destino inevitable. Chile, con sus manos teñidas del verde de los valles y el rojo del cobre, puede y debe liderar la transición energética global, demostrando que es posible forjar progreso económico sin repetir las sombras del pasado. Es hora de decidir con sabiduría; el mañana de nuestro país y del planeta bien lo merece.
🔗 Fuentes consultadas: Visual Capitalist, FMI, CEPAL, Ministerio de Hacienda/Interior de Chile, University of Chile (Revista Doble Espacio), World Economic Forum, S&P Global, Trade.gov, entre otros enernews.comdoble-espacio.uchile.clinterior.gob.cl. Los datos y proyecciones respaldan la urgencia de actuar ahora por un Chile conectado a un futuro sostenible.

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